¿Quién sabe?,
que el furor de mi impaciencia flaquea ante su presencia,
que para dejar de tener pesadillas se debe padecer la necesidad irresistible de verle,
que existen vidas interrumpidas por la vehemencia de amar.
¿Quién lo sabe?
¿Quién sabe que la soledad se aniquila a si misma cuando se tiene su compañía?
Que alli en ese desierto donde el miedo inflige,
antecede el regocijo de mi alma al escuchar el suave sonido de su voz,
que su rostro es la luna plateada que esperas en la agonía de una noche amarga.
Que mi diminuto reflejo en sus pupilas
provoca en mi corazon un impoluto sentimiento,
y su brillo destaca ante la luz mortecina de mi alma…